La escritura del inglés nos ofrece una
tregua para comunicarnos: siempre podemos volver atrás y repasar si
lo que hemos escrito está bien, y corregir, si es necesario, lo que
hemos hecho mal. En los colegios e institutos es bastante común que
los alumnos escriban en inglés: la mayoría de los ejercicios que
realizan son de este tipo. Durante nuestra formación, hemos escrito
decenas de redacciones, escrito frases en los ejercicios del libro o
incluso escrito alguna carta o correo electrónico. Esto es muy
positivo, ya que el estudiante se acostumbra a visualizar la lengua,
y esto facilita el proceso de aprendizaje.
Un aspecto a tener en cuenta es que a
la hora de corregir un texto, un profesor debe seleccionar lo que ha
de corregir. Es decir, si un alumno entrega una redacción repleta de
faltas de ortografía o gramática, el profesor deberá evaluar
solamente lo que se haya visto en clase o aspectos que sean básicos
dependiendo de su edad o curso. De no ser así, la hoja estará
repleta de notas y esto podrá desmotivar al estudiante. No se nos
puede olvidar la importancia de motivar al alumno para que escriba.
Los dictados son una opción para que
los alumnos escriban. Además, se puede matar dos pájaros de un tiro
si se les dicta los deberes que tienen que hacer para el día
siguiente, idea que nos aconsejó Iñaqui, nuestro profesor. Siempre
que se dicta un dictado, valga la redundancia, habrá que tener
cuidado con la velocidad. Los dictados con huecos para rellenar es
otra opción si el nivel de los estudiantes no es muy avanzado.
Esta es una forma muy guiada de
escritura, no obstante, también podemos darles libertad para que
escriban mediante las redacciones. Basta con darles un tema que a
ellos les guste y motive. Si vamos a mandarles que escriban
redacciones, sería conveniente que cada alumno tuviera una carpeta
para que las guarden y no se pierdan. Los errores que cometan podrán
servirles para aprender de ellos y así no volver a repetirlos.
Por último, me gustaría hacer
hincapié en los murales para decorar la clase. Recuerdo que en mi
colegio nos decían que escribiéramos sobre un tema, normalmente
propuesto por el profesor y relacionado con la materia que
estuviéramos estudiando en cuestión, y que lo decorásemos con
fotografías y colores. Entonces,
en las horas muertas, o mientras perdíamos la atención del profesor,
los mirábamos y leíamos aunque fuera sin querer. Me parecía un
trabajo muy creativo y una buena forma de conseguir positivos.
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