Las películas para niños suelen tener
moralejas escondidas para que estos aprendan nuevos valores o a
distinguir entre lo “bueno” y lo “malo”. De la película Kung
Fu Panda se pueden extraer muchos mensajes positivos y sobre los
cuales reflexionar.
La película cuenta la historia de cómo
un oso panda gordinflón que trabaja con su padre vendiendo fideos
consigue que su sueño se haga realidad: convertirse en el guerrero
del dragón. No se sabe si fue la casualidad o el destino, pero al
protagonista se le elige, sin saber kung fu, para luchar contra el
malo malísimo, Tai Lung, un tigre que lleva años en una prisión de
máxima seguridad tras haber arrasado el poblado por la ira de no
haber conseguido el rollo del dragón, un papiro que sólo consigue
el guerrero del dragón. Durante la película, observamos los métodos
de enseñanza del maestro Shifu para que Po, el protagonista, aprenda
kung fu. Al principio, el maestro aplica métodos que sólo han
funcionado en otros candidatos para ser el guerrero del dragón, así
que al ver que no funcionan, cambiará esos métodos para aplicarlos
a su alumno: emplear un elemento motivador que le sirva de vía de
aprendizaje, o sea, la comida.
Se puede extraer otras moralejas: como
por ejemplo, que hay que confiar en uno mismo para conseguir algo;
que nunca hay que rendirse, sino que hay que luchar por lo que uno
quiere; o que todo el mundo tiene algo que nos hace ser especiales y
diferentes.
Sin embargo, me gustaría comentar el
caso del antagonista, Tai Lung. Su historia es paralela a la del
protagonista: los dos siempre han soñado con ser el guerrero del
dragón. Mientras que en el caso de nuestro protagonista, Po ha
convivido con el amor y la dedicación de su padre, Tai Lung se crió
sin familia y bajo las estrictas normas de enseñanza de kung fu de
su mentor, quien por cierto le adoptó. Éste, además, le hace creer
que será el guerrero del dragón. No obstante, el anciano maestro
Oogway decide que no puede ser él porque tenía un “corazón
oscuro”. De ahí su frustración y que arrasara con ira su poblado.
Esto puede ser otra “moraleja” de nuestra sociedad... quizá el
maestro Oogway, con su moralidad un poco simplista, debería haber
explicado mejor por qué Tai Lung no puede ser el mejor guerrero. Tal
vez tenga el “corazón oscuro” por no haber recibido el amor y el
cariño que necesitó de pequeño, y esos niveles de exigencia de su
mentor se hayan vuelto la única razón de su existencia. Como
conclusión me gustaría hacer una pregunta: ¿el malo nace o se
hace? ¿en el caso de pensar “se hace”, podrían existir
responsables? Y por último, ¿es posible que el maestro Oogway con
esa afirmación destruya las expectativas y metas de su alumno Tai
Lung?
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