Las películas para niños suelen tener
moralejas escondidas para que estos aprendan nuevos valores o a
distinguir entre lo “bueno” y lo “malo”. De la película Kung
Fu Panda se pueden extraer muchos mensajes positivos y sobre los
cuales reflexionar.
La película cuenta la historia de cómo
un oso panda gordinflón que trabaja con su padre vendiendo fideos
consigue que su sueño se haga realidad: convertirse en el guerrero
del dragón. No se sabe si fue la casualidad o el destino, pero al
protagonista se le elige, sin saber kung fu, para luchar contra el
malo malísimo, Tai Lung, un tigre que lleva años en una prisión de
máxima seguridad tras haber arrasado el poblado por la ira de no
haber conseguido el rollo del dragón, un papiro que sólo consigue
el guerrero del dragón. Durante la película, observamos los métodos
de enseñanza del maestro Shifu para que Po, el protagonista, aprenda
kung fu. Al principio, el maestro aplica métodos que sólo han
funcionado en otros candidatos para ser el guerrero del dragón, así
que al ver que no funcionan, cambiará esos métodos para aplicarlos
a su alumno: emplear un elemento motivador que le sirva de vía de
aprendizaje, o sea, la comida.
Se puede extraer otras moralejas: como
por ejemplo, que hay que confiar en uno mismo para conseguir algo;
que nunca hay que rendirse, sino que hay que luchar por lo que uno
quiere; o que todo el mundo tiene algo que nos hace ser especiales y
diferentes.

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